El tsunami provocado por el terremoto de Japón llegó a las Islas Galápagos, donde el mar se retiró 30 metros y posteriormente inundó zonas urbanas en la localidad de San Cristóbal, según dijo el presidente de Ecuador, Rafael Correa.
"Regresó el agua, inundó la población y sigue entrando", dijo el mandatario en una rueda de prensa en la que informó en tiempo real del golpe del maremoto en el archipiélago, situado a unos 1.000 kilómetros de la costa. "Está todo preparado en Galápagos. No hay riesgo de vidas humanas", añadió Correa, quien advirtió de que sí habrá destrucción de bienes inmuebles "porque ha entrado el agua con fuerza".
La onda alcanzó las islas en torno a las 18.00 hora local (24.00 GMT). Correa informó que se han evacuado más de 240.000 personas que residían en las zonas costeras del país y de Galápagos. Al contrario de San Cristóbal, en la localidad de Santa Cruz, también en el archipiélago, el impacto ha sido "bastante benigno", según las autoridades.
El mandatario dijo que el efecto en Galápagos es un "termómetro" para lo que puede ocurrir en el continente, donde se verán afectadas algunas poblaciones en zonas bajas y podría haber algunas pérdidas económicas, pero no humanas, a su juicio. En Ecuador está vigente el estado de excepción, decretado hoy por Correa, y miles de policías y miembros de las fuerzas armadas han sido desplegados en el área de peligro para llevar a cabo las evacuaciones.
Correa había dicho que lo más probable era que su país sólo recibiera una "fuerte marejada", en lugar del tsunami que se temió inicialmente. El mandatario explicó que habrá que esperar unas dos horas para constatar el efecto total del maremoto en Galápagos.
En las zonas costeras las actividades escolares quedaron suspendidas, los enfermos de los centros médicos ubicados hasta a cinco kilómetros de la línea de la playa son llevados al interior y se ha recomendado a los habitantes abandonar sus casas hacia zonas altas y dejar atrás sus bienes, que serán custodiados por las autoridades. Además, las autoridades cerraron los aeropuertos de Galápagos y de algunas de las provincias costeras, y han pedido sacar embarcaciones de los puertos hasta una distancia de unas cinco millas náuticas, donde no se sentirá la onda.
"Regresó el agua, inundó la población y sigue entrando", dijo el mandatario en una rueda de prensa en la que informó en tiempo real del golpe del maremoto en el archipiélago, situado a unos 1.000 kilómetros de la costa. "Está todo preparado en Galápagos. No hay riesgo de vidas humanas", añadió Correa, quien advirtió de que sí habrá destrucción de bienes inmuebles "porque ha entrado el agua con fuerza".
La onda alcanzó las islas en torno a las 18.00 hora local (24.00 GMT). Correa informó que se han evacuado más de 240.000 personas que residían en las zonas costeras del país y de Galápagos. Al contrario de San Cristóbal, en la localidad de Santa Cruz, también en el archipiélago, el impacto ha sido "bastante benigno", según las autoridades.
El mandatario dijo que el efecto en Galápagos es un "termómetro" para lo que puede ocurrir en el continente, donde se verán afectadas algunas poblaciones en zonas bajas y podría haber algunas pérdidas económicas, pero no humanas, a su juicio. En Ecuador está vigente el estado de excepción, decretado hoy por Correa, y miles de policías y miembros de las fuerzas armadas han sido desplegados en el área de peligro para llevar a cabo las evacuaciones.
Correa había dicho que lo más probable era que su país sólo recibiera una "fuerte marejada", en lugar del tsunami que se temió inicialmente. El mandatario explicó que habrá que esperar unas dos horas para constatar el efecto total del maremoto en Galápagos.
En las zonas costeras las actividades escolares quedaron suspendidas, los enfermos de los centros médicos ubicados hasta a cinco kilómetros de la línea de la playa son llevados al interior y se ha recomendado a los habitantes abandonar sus casas hacia zonas altas y dejar atrás sus bienes, que serán custodiados por las autoridades. Además, las autoridades cerraron los aeropuertos de Galápagos y de algunas de las provincias costeras, y han pedido sacar embarcaciones de los puertos hasta una distancia de unas cinco millas náuticas, donde no se sentirá la onda.
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